jueves, 7 de enero de 2010

Juego De Pasiones.




Jajaja recordando estos primeros fics que comparti con Annie... decidí publicarlos por aquí... hoy os traigo este oneshot sobre la luna de miel de edward y bella... espero que os guste ^^

Y siento lo de la foto jajaja pero es que me hizo mucha gracia! en cuanto encuentremos alguna mejor la cambiare... mientras dejaré esta que tanto me gusto jajaja


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- Bella, mira esto – Apunté con un dedo el horizonte, donde se podía divisar una pequeña isla. O al menos era visible para mis ojos.

Vi cómo mi pequeña fruncía el ceño y achinaba los ojos intentando vislumbrar algo más allá de la oscuridad. Poco a poco, conforme nos acercábamos, su semblante se iba relajando, supuse que al fin la había visto. ¿Le gustaría?

- ¿Dónde estamos? - preguntó con voz baja, mientras navegaba hacia la parte norte de la isla.

- Esta es la Isla Esme. – informé con una gran sonrisa. Estaba emocionado, parecía un niño el día de reyes. Pero es que no lo podía evitar, iba a pasar una luna de miel con Bella, mi Bella, la ahora señora Cullen. Por suerte pude controlar mis emociones.

El aire era bastante cálido. Había elegido este sitio para que todo saliera perfecto, ya era suficiente con que el asqueroso frío de mi piel le hiciese castañear los dientes. Ahora la calidez del ambiente amortiguaría mi helada piel.

- ¿Isla Esme? - preguntó con voz baja. ¿Estaba nerviosa? Si lo estaba era lógico, incluso yo comenzaba a ponerme nervioso.

- Un regalo de Carlisle. Esme nos la prestó.

Bella arrugó el entrecejo. Sabía que pensaba que era una locura. Claro, para ella los regalos son innecesarios, aun más una isla. Pero pronto comprendería lo útiles que son algunos regalos. Como si fuera posible, sentí un escalofrió al recordar por qué estábamos aquí.

Coloqué las maletas en el muelle y giré torpemente a causa de los nervios hacia ella, aunque pareció no percibirlos. Le sonreí y la tomé entre mis brazos.

- ¿No se supone que deberías esperar a que estemos en la puerta? - preguntó, repentinamente sin aliento, mientras bajábamos del bote.

Pero yo no podía esperar a llegar hasta la puerta para tenerla entre mis brazos. Quería tenerla allí ahora y para siempre.

Sonreí.

- No me conformo con eso.

Cogí las maletas con una mano, mientras que con la otra la cargaba contra mi pecho. La llevé así hasta la puerta, pasando por el camino de clara arena rodeada por la espesa vegetación.

El corazón de mi pequeña Bella comenzó a latir fuertemente y su respiración comenzó a ser dificultosa. La miré primero preocupado y luego divertido. Se moría del miedo. Lo más gracioso es que ni siquiera se atrevía a mirarme. Pobre Bella, su cara era del más intenso carmesí. Pero no podía preguntarle en qué pensaba por miedo a que mi voz saliese en un pitido, yo también estaba muy nervioso. Y sus frenéticos latidos no ayudaban mucho la verdad.

Coloqué las maletas en el suelo para poder abrir la puerta. Pero sentía que no podía atravesarla sin que Bella me mirase antes, necesitaba perderme en sus enormes ojos achocolatados para coger fuerzas.

Fuimos por la casa, callados y encendiendo todas las luces a nuestro alrededor. Noté cómo el pulso de Bella se disparaba, bañándome con su deliciosa esencia. Me detuve y encendí la última luz, la de nuestro dormitorio, donde ella y yo culminaríamos nuestro amor.

Si pudiera, mis manos sudarían y mi corazón se desquiciaría galopando frenéticamente. Ahora estaba igual o más nervioso y muerto de miedo que ella. De repente la presencia de la cama se me hizo muy notable.

La puse en pie junto a mí.

- Yo… iré por las maletas – conseguí decir sin que mi voz temblara demasiado.

Salí escopetado hacia las maletas, me paré un momento para coger aire y tranquilizarme. Aunque no necesitase el aire, venía bien para calmar los nervios. Cuando hube recuperado parte de mi compostura volví a ella rápidamente. No quería estar lejos de mi esposa ni por un segundo. Esposa, me encantaba cómo sonaba.

Cuando llegué me encontré con una Bella acalorada. Una gota de sudor recorría su nuca. Quizás el ambiente era demasiado cálido para ella, pero yo la refrescaría. Rápidamente le quité la gota con un dedo.

- Está un poco caluroso aquí – me disculpé. - Pensé… que sería mejor.

- Definitivamente - murmuró por lo bajo y no pude evitar reír nerviosamente ante su nerviosismo.

- Traté de pensar en todo lo que pudiera hacer esto…. más fácil. – admití.

Ella tragó saliva ruidosamente, lo que no me ayudó. Verla así de tentadora y dulcemente nerviosa, me ponía a mí el doble de nervioso. El miedo y la excitación se mezclaban en mí.

¿Cómo se supone qué iba a hacer esto? ¡No tenía ni idea! Por supuesto pregunté mucho del tema a mis hermanos, pero me daba tal vergüenza hablar del tema con ellos que apenas recogí información.

Las manos me temblaban y las intenté esconder de ella.

- Me preguntaba - dije lentamente viendo cómo el sudor volvía a su nuca, - si… primero… tal vez quisieras nadar en la oscuridad conmigo - Tomé una bocanada de aire para poder hablar mejor. - El agua estará caliente. Esta es la clase de playa que te gusta. – Expliqué.

- Suena bien -. Dijo con voz quebrada.

- Estoy seguro que querrás un minuto o dos para ser humana… Fue un largo viaje. – le propuse, pero realmente lo que quería era poder ir yo primero para poder tranquilizarme un poco. Sus nervios me estaban desquiciando por completo.

Asintió temblosamente, como si el movimiento le costase mucho esfuerzo.

Con mis labios acaricié su frágil garganta, bajo su oído. Al sentir el flujo de su sangre golpeando fuertemente reí nerviosamente de nuevo.

- No tardes demasiado, Sra. Cullen. – Me encantaba cómo sonaba.

Bella saltó un poco al oírlo y reprimí una sonrisa. Recorrí su cuello con mis labios hasta la punta de su cuello.
- Te esperaré en el agua. – tuve que obligarme a separarme de ella.

Pasé frente a ella dirigiéndome a la puerta francesa que conducía a la playa. Me desprendí de la camisa por el camino, tirándola por alguna parte de la habitación y salí a la cálida noche.

Me paré un momento pensando qué hacer. ¿La espero fuera o dentro del agua? Mejor dentro del agua…

Me terminé de desnudar, colgando mis prendas en una palmera cerca de la orilla. Lentamente fui introduciéndome en las cristalinas aguas. Observé cómo los peces huían de mí, nadando a toda velocidad en dirección contraria. Las olas golpeaban contra mi piel, relajándome poco a poco. Cuando el agua me llegaba por la cintura me detuve y miré hacia la casa.

Podía escuchar a Bella en el baño, humedeciendo su piel. Podía oír el sonido del agua golpeando en el fregadero, interrumpido a veces por sus manos.

Tras unos minutos oí la ducha. Solo Bella se ducharía antes de meterse en el agua del mar. Sonreí para mí mismo, comenzaba a comprender perfectamente cada detalle de mi esposa y eso me enorgullecía. Nunca antes sentí la necesidad de comprender cada actuar de las personas, sólo necesitaba echar una ojeada en su cabeza para comprenderlo. Pero con Bella era diferente y eso en ocasiones me frustraba.

Las gotas de agua comenzaron a golpear el cuerpo de Bella y me tensé rápidamente. Bella estaba desnuda a pocos pasos, y pronto lo estaría frente a mí. Sentí como una bola se atascaba en mi garganta, tragué fuertemente intentando deshacer el nudo.

Después de unos minutos, el agua dejó de caer. Bella había terminado su ducha. Aun así tardaba en llegar, ¿qué demonios estaba haciendo? Cada minuto que tardaba mis nervios iban en aumento.

Al fin pude escuchar los pasos de Bella acercándose a la playa. Me giré rápidamente y me quedé contemplando la luna, mientras esperaba a que llegase. Quería darle su tiempo.

Apoyé la palma de mis manos en el agua, dejándolas descansar allí. No sabía que otra cosa hacer con ellas.

Oí sus pasos de acercarse al agua, cómo las pequeñas olas rompían en su piel. Estuve tentado de girarme y mirar, pero sabía que ella lo prefería así. Cuando me alcanzó y se quedó a mi lado observando la luna, posó su mano sobre la mía y dijo:

- Hermosa.

- Está bien. – contesté, ahora más calmado.

Volteé lentamente para encontrar su mirada; pequeñas olas se formaron al moverme y chocaron contra su nívea piel. Sus ojos, tan cálidos, tan profundos, me hizo perderme en ellos. Pero no por ello fui incapaz de percatarme de que Bella estaba desnuda, mostrándome sus pechos en ese momento. Repentinamente todo estaba en llamas, el deseo se apoderó de mí. Cogí su mano con la mía, hundiéndolas bajo el agua.

- Pero yo no usaría la palabra hermosa - continué. - No comparándola contigo.

Sonrió dulcemente y levantó su mano libre para colocarla en mi pecho, donde se encontraba mi muerto corazón. Un corazón muerto que ahora vivía por ella. Me estremecí ante su contacto y comencé a respirar con dificultad, a pesar de que no necesitaba respirar.

- Te prometí que lo intentaríamos – susurré muerto de miedo. - Si… si hago algo malo, si te lastimo, debes decírmelo inmediatamente.

Afirmó solemnemente, mirándome con esos ojos suyos que tanto amaba. Se acercó un paso más y recostó su cabeza en mi pecho.

- No tengas miedo - murmuró. - Nos pertenecemos.

Y era cierto, ahora ella me pertenecía tanto como yo a ella, en cuerpo y alma. Y ahora debíamos compartir nuestro cuerpo en un acto de puro amor.

- Para siempre - coincidí, y entonces nos hundimos gentilmente en la profundidad del agua.



Bella: Edward, ¿Como podía ser tan hermoso? Mi pulso aumentó a mil en cuanto pude apenas vislumbrar su cuerpo desnudo desde la oscuridad, pero no me duró mucho. En seguida me lancé a sus labios en un abrazo que le habría roto el cuello a un humano normal. Una de las ventajas de un novio, perdón, esposo vampiros era justo esa. Un excelente besador que jamás se le acaba el aliento.

Su beso fue tan dulce, como la miel que veía en sus ojos. Sus labios se movían con cuidado sobre los míos, y a ratos introducían aire a mis pulmones.



Edward: Bella comenzó a jadear en mi boca. Era gracioso ver las reacciones que un simple beso mío le causaba. Lo malo es que en el agua eso no era muy bueno que digamos. La agarré de la cintura y la cogí en brazos, ella enredó sus frágiles piernas en mi cintura. Despacio, la saqué del agua. Besándola aun en los labios y estrechándola contra mi pecho, con cuidado de no dañarla. El tacto de sus pechos en el mío me producía toda clase de sensaciones, la deseaba desde el primer momento y ahora por fin podría dejarme llevar.



Bella: No sé por qué los versos de "Im yours" empezaron a sonar nebulosos en mi cabeza mientras Edward me sacaba en brazos del agua.

Tener ahí, su cuerpo, en esa isla. Sin vampiros insomnes a nuestro al rededor. Esto definitivamente era la gloria. Estar al fin juntos, solos, amándonos.

No sabía bien a donde me llevaba, pero sinceramente no me importaba. Lo que si no comprendía era que como rayos no chocaba con nada mientras iba besándome. En fin, ese era otro de los misterios que ofrecía Edward.

Cuidadosamente me dejó caer sobre la enorme cama blanca, mientras recorría la línea de mi mandíbula con sus labios gélidos. No tarde en empezar a hiperventilar, mientras mi corazón latía como loco, y a su vez, Edward reía nerviosamente contra la parte de atrás de mi oreja, muy complacido...

...

Edward: Ahí estaba, el loco golpeteo de su corazón. Bella ya hiperventilaba y sólo le estaba besando. ¿Qué le ocurriría si le tocase? Sonriendo y perdiendome en sus preciosos ojos, acaricié su cuerpo lenta y suavemente, con mucho cuidado de no lastimar su fina piel.



Bella: Solté un jadeo frenético apretando los labios. Ese hombre tan frío seguramente me estaba jugando una broma. Y aparente mente así era. Su risita musical lo delató:

- Me alegra que te estés divirtiendo - le solté patéticamente entre jadeos, mientras sus manos seguían descubriendo mi piel.



Edward: Y desde luego que me estaba divirtiendo, viendo cómo cada poro de su piel tomaba vida, erizándose cada bello. Le soplé una ráfaga de mi gélido aliento en el cuello, bajo su oreja, estremeciéndola y le susurré al oído:
- ¿Es que acaso tú no te estás divirtiendo?



Bella: - N...no sé, si divertido sea la palabra – musité.


Edward: Sonreí ante esas palabras, podía ver lo excitada que estaba. Comencé a besar todo su cuerpo, empezando por su cuello, deteniéndome allí unos instante inhalando su embriagador aroma, bajando por su hombro, su clavícula, su pecho... ¡Oh, y cómo gimió cuando llegué a él! mis labios comenzaron a temblar conforme bajaba por su torso... Me detuve en su ombligo y volví a sus labios besándola dulce, pero apasionadamente. Era tan preciosa, tan magnífica, tan cálida, tan suave, tan exquisita...

- Te amo - susurré en sus labios.



Bella: Mi corazón de pronto se volvió como el de un colibrí mientras sus besos bajaban por mi cuerpo, hasta mi ombligo, y luego subía otra vez hasta mis labios. Tenía miedo de que Edward escuchara mis latidos, aunque seguramente lo hacía, y se detuviera por miedo a que me dé un paro. Pero en cambió siguió sonriendo complacido, mientras susurraba en mis labios:

- Te amo.

- También yo señor Cullen - sonreí nerviosamente mientras él soltaba una pequeña carcajada que podría haber pasado por el murmullo de un ave matutina.

Mi cuerpo, todo ese tiempo permaneció estático hasta que mis manos empezaron a descubrir su enorme y bien tornada espalda... apreciando cada musculo con solo la punta de los dedos.



Edward: Me estremecí al notar las manos de Bella en mi espalda, masajeando, acariciando... De pronto sentí como si el aire me faltara, mi respiración se hizo dificultosa y ahora era yo quien jadeaba de placer.



Bella: - ¿Divertido no, señor Cullen?- susurré entre risitas.



Edward: - no sabes cuánto - susurré entre jadeos con una sonrisa amarga.

Ahora me vengaría de ella, se iba a enterar. Sonreír maliciosamente mientras bajaba mis manos por sus muslos y las acercaba a su intimidad, pero sin tocarla. Comencé a acariciar y masajear por ahí mientras Bella se retorcía, reía y gemía levemente, todo a la vez.



Bella: Maldito seas Edward, sus manos heladas rozándome, mientras me devoraba en el más literal de los sentidos.

Pero no era justo, ¿él podía jugar conmigo a su antojo y yo solo debía sucumbir ante sus encantos?

Claro que no. Desenterré mis dedos de su espalda y empecé a bajarlos por su abdomen, trazando cada uno de los músculos hasta su notable erección.

Tomé su miembro entre mis manos y le di un suave apretón mientras el contenía un gruñido desde lo más hondo de su garganta.

Ambos parecíamos unos niños jugando a ver "¿Quién da más?"



Edward: ¡Diablos Bella! Sin duda quería matarme. Sus delicadas y suaves manos se deslizaron hasta mi miembro, dándole un ligero apretón que me hizo estremecer y viajar hasta el mismísimo cielo en unos segundos. Contuve un gruñido y la miré con más deseo que nunca. Se estaba divirtiendo de lo lindo viéndome así. Pero yo no perdería este juego. Suavemente acaricié su intimidad, introduciéndome. Bella dio un grito y agarró con una mano mi cabello, tirando de él. Sonreí victorioso y volví a besarla, con cuidado, siempre con cuidado de no dañarla.
Estaba haciendo un enorme esfuerzo por no estrujarla ahí mismo entre mis brazos...



Bella: - ¡Edward!!!!! – grité y mis manos apretaron su miembro con demasiada fuerza.



Edward: Bella grito despertando el monstruo dormido en mi interior. Me puse frenético con sus gritos, quería más de ellos. Mi pequeña y delicada esposa agarró mi miembro queriéndolo destrozar por lo visto. Suerte que tuviera la piel dura como el acero...

- ¿Es que acaso quieres dejarme inútil para este momento? - pregunté divertido.

Retiré mis dedos de su interior y me los llevé a la boca, saboreando ese dulce manjar digno de dioses.

En el instante me arrepentí de aquello... la garganta comenzó a flamear, mi autocontrol se venía a pique... agarré fuertemente las caderas de Bella y comencé a penetrarla queriendo desviar mi atención de su olor y sabor.



Bella: Hay dios mío, Edward era tan bueno en esto. Sus embestidas eran tan fuertes, tan profundas. Me sentí morir en cuanto sentí el frío en mi interior, delicioso y placentero.

- ¡Oh...Edward!!!!!! - grité. Sus manos se convirtieron en presas en mis brazos mientras nos fundíamos en uno.

Mi mente se llenó de imágenes difusas que se convertían en vapor a medida que Edward entraba en mi cuerpo con tanta pasión, que me costaba creer que fuera cierto. Edward se había estado guardando todo esto.

En cuanto pude abrir los ojos, no había notado que los tenía fuertemente cerrados, ahí estaba mi flamante esposo vampiro, muerto de deseo. Mientras jadeaba desesperado, en sus ojos flameaba el más profundo deseo, y la sed de mí... Acercó su boca a la mía, mordiendo mi labio, lamiendo la línea de mi mandíbula hasta mi cuello.


Edward: Estaba desquiciado, no sabía bien lo que hacía. Me decía una y otra vez que me calmase, por el bien de Bella. De vez en cuando lo conseguía, pero ella gemía y yo me volvía a desmoronar. Bella gritaba una y otra vez que la abrazase con más fuerza. Comenzó enredar sus piernas con las mías intentando fundir su cuerpo con el mío, le di lo que quería, siempre lo haría. La abracé con fuerza sintiendo su cuerpo arder. A medida que sus gritos se acentuaban y su respiración se aceleraba, yo iba poniéndome más frenético, la besaba con más desesperación, mordiendo sus jugosos y dulces labios. No sé en qué momento fue que comenzó a sangrar por su intimidad...

Eso fue la gota que colmó el vaso. Mi sed quemaba en mi garganta como mil llamas. Alcancé las almohadas y las desgarré reprimiendo mis instintos. Gracias a dios que no fue el cuello de mi Bella.

Bella dejó caer la cabeza en la cama exhausta, ¿no se había percatado de nada? Me tumbé a su lado observando cómo recuperaba la respiración y se quedaba dormida recostada en mi pecho.

Los labios de Bella estaban hinchados y ensangrentados. El miserable monstruo que era le había hecho eso. Todo su cuerpo fue tornándose en un purpura que hacía que me odiase. ¿Cómo pude haberle hecho eso a mi Bella, mi único amor? ¿Por qué tenía que ser endemoniadamente duro? Anhelaba ahora más que nunca la suavidad de un humano... Me juré a mi mismo no volver a tocarla mientras siguiese siendo humana, por su bien.

Pero lo que nunca podré negar, es que fue la mejor experiencia de mi vida, o mejor dicho existencia. Nunca había disfrutado tanto como en ese momento...

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